jueves, 8 de mayo de 2008

Cuento "Llamo a María"

Cuento corto sobre Locomotoras.

Cuando apenas contaba con13 años de edad, vivía en un pueblito del Estado Táchira y solía acompañar a mi padre a la Estación Táchira, hoy San Félix, para comprar gasolina a la compañía Shell de Venezuela, la cual posteriormente era detallada y vendida con una bomba manual, al inicio de la carretera Trasandina en el sitio conocido como El Sol de los Andes.
Allí se encontraba la Estación Terminal del Gran Ferrocarril del Táchira .donde la empresa Shell traía vía férrea, del campo petrolero de Casigua en el Estado Zulia, la gasolina que abastecía al Estado Táchira.
En uno de esos viajes, allá por el año de 1939, cuando estaba en el andén de la Estación, presencié un espectáculo impresionante, fue el oír el estruendoso rugido de una locomotora a vapor y verla llegar con su larga hilera de vagones sobre un camino de rieles. No puedo negar que a mis 13 años, presenciar por primera vez la llegada del Gran Ferrocarril del Táchira fue algo maravilloso e inolvidable.
Este fue mi primer contacto con los "caminos de hierro", años más tarde, ya en Caracas me tocó vivir en San Martín, muy cerca de la Estación de Palo Grande, y una de las distracciones de los jóvenes del interior, era ir todos los domingos a la Estación para ver pasar las locomotoras con sus vagones del Gran Ferrocarril Central de Venezuela, en su travesía desde o hacia La Guaira o Puerto Cabello.
Posteriormente, en 1957 durante un entrenamiento que hice en Italia en una Planta Siderúrgica, fui asignado a un tren de laminación que durante las 24 horas del día solamente laminaba rieles de 12 metros para el Plan Ferroviario de la Unión Soviética.
En esa Planta Siderúrgica, tuve ocasión de oír durante las horas de comida de los técnicos laminadores, muchas anécdotas sobre locomotoras y "caminos de hierro" como ellos llamaban a los rieles. Una de estas anécdotas, me llamó mucho la atención, por ser relativa a una frase muy popular en Venezuela, como es la de "Llamo a María".
LLAMO A MARIA
Este corto cuento sobre locomotoras, tiene su origen en una pequeña y solitaria Estación Ferroviaria bastante alejada de los pueblos más cercanos. Lo único que existía cerca del andén de la estación, era un tanque elevado con agua para surtir las locomotoras a vapor en su recorrido y una casita donde vivía el jefe de la estación con su señora esposa.
Sucedió, que un buen día se detuvo en la estación un tren para surtir de agua a la caldera de la locomotora a vapor. Coincidencialmente, en dicho tren viajaba un Inspector Ferroviario, quien decidió examinar y constatar los conocimientos del veterano jefe de la Estación.
Luego de una larga serie de preguntas de rutina sobre el tema ferroviario, a las cuales respondía satisfactoriamente el jefe de la estación, el inspector un tanto contrariado al no encontrar fallas en las respuestas le dijo: Me quedan muy pocas preguntas, si me las responde cabalmente lo felicito por sus conocimientos.
A continuación le preguntó:
- "Si vienen dos trenes uno por la derecha y otro por la izquierda ¿que hace usted?".
El jefe de la estación responde:
- "Maniobro el cambia vías para desviar uno de los trenes hacia la vía de seguridad".
El inspector pregunta nuevamente:
- "¿Y si el cambia vías esta atascado y no cambia?".
Otra vez el jefe responde:
- "Tomo las banderas y en medio de las vías hago las señales de peligro para que los trenes se detengan".
Ante la lógica respuesta el inspector pregunta nuevamente:
- "Y si es de noche ¿usted que hace?".
Nuevamente el jefe sabiamente le responde:
- "Tomo los dos faroles rojos y les hago las señales de peligro".
Ya un poco contrariado el inspector le hace la última pregunta:
- "Y si usted no encuentra los faroles ¿que hace?".
Ante la incómoda y última pregunta salomónicamente el jefe de la estación le dice:
- "¡Llamo a María!".
Ante la extraña respuesta el inspector le pregunta:
- "¿Y quien es María para que la llame?".
- "María es mi señora esposa y la llamo para que ambos presenciemos el espectacular choque que va a suceder entre los dos trenes".
Y así, con una calurosa felicitación del inspector termina esta anécdota sobre locomotoras y rieles conocida como "Llamo a María".
Por eso cuando vemos algo muy difícil o imposible solemos decir "hay que llamar a María".

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