Mi padre tenía en Cordero una Bomba para la distribución de gasolina mediante una concesión de la “Shell Caribbean Petroleum Company” llamada “El sol de Los Andes”.
Por esta razón mi padre cada 15 o 20 días iba a la Estación Táchira, distante a unos 14 km. de Colón, donde se encontraba la Estación Terminal del “Gran Ferrocarril del Táchira”, para comprar ocho (8) tambores metálicos de gasolina. Cada tambor tenía una capacidad de 208 litros y en un pequeño autobús sin los asientos, mi padre traía los tambores vacíos y los llevaba llenos.
La Compañía Shell traía vía ferroviaria la gasolina de los campos petroleros de Casigua y El Cubo en el Estado Zulia. Para cada una de estas visitas mi padre por telégrafo nos pedía que localizáramos a su hermano el Coronel Efraín Vivas, mi tío, en una posesión que tenía en el campo a unas tres (3) horas del pueblo. Tan pronto llegaba mi padre a Colón me pedía que acompañara al chofer a Estación Táchira a comprar la gasolina y el se quedaba horas y horas en casa de mi abuela conversando con su hermano y con toda seguridad evocando los recuerdos del exilio en Colombia cuando acompañaban a Peñaloza, encarnizado enemigo del General Eustoquio Gómez, Presidente del Estado Táchira.
Para un muchacho de pueblo como yo, a los 13 años, ya en la escuela sabía que existían los trenes, pero verlos personalmente fue algo muy impresionante. A partir de esa primera vez, siempre que iba a Estación Táchira contemplaba la llegada o salida de una locomotora a vapor con sus vagones de carga y uno de pasajeros, e incluso tuve la ocasión de curiosear de cerca el vagón de pasajeros y la misma locomotora.
Por considerar que todavía en el año 2002 tiene vigencia la historia de este gran ferrocarril y con el fin de ampliar aún más estos recuerdos me voy a permitir transcribir fragmentos de un folleto editado en 1980 por el ilustre tachirense Duilio Paolini Andrade titulado “El Gran Ferrocarril del Táchira”.
“Desde hace muchos años me ha apasionado siempre ver y oír el rugido y estruendo de las locomotoras de antaño. Este apasionamiento me viene quizás desde mis años juveniles, cuando en una época mi familia vivió en Estación Táchira y posteriormente , yo presté mis servicios como empleado en el Departamento de Ventas de la Shell Carribean Petroleum Company en la misma localidad(…)esto hizo, por supuesto, que yo tuviera contacto o vínculo sentimental muy estrecho con aquella empresa y con aquél pueblo (…) del bullicioso y trepidante “puerto terrestre” que fue de una época muy floreciente, sólo queda para el recuerdo las instalaciones refaccionadas del “Gran Ferrocarril del Táchira” como testigos mudos de aquél trajín sudoroso de savia vivificante (...) hoy, San Félix, es un pueblecito enclavado en una hondonada, con un clima cálido y húmedo que amodorra cuando el sol está en su cenit. Sus calles son amplias y asfaltadas y pobladas de muchas casas viejas y ruinosas y otras, de construcción moderna, pero muy modestas. (…) Entre este San Félix de hoy, apacible y bucólico, y la Estación Táchira del Ferrocarril, hay un hito demarcador de etapas en el uno, de estancamiento y retroceso, y en el otro, que fue polo de desarrollo de un comercio próspero y abundante que movilizaba por el Gran Ferrocarril del Táchira, la gran mayoría de insumos, ganadería y agricultura que el Estado Táchira consumía. (…) La historia del “Gran Ferrocarril del Táchira” es algo bella y hermosa para ser difundida y conocida por estudiantes de primaria y secundaria. (…) Yo me atrevería a afirmar que un alto porcentaje de estudiantes y no estudiantes de estas nuevas generaciones, desconocen totalmente la historia del Gran Ferrocarril del Táchira; lo que representó en su época esta grandiosa empresa como polo de desarrollo para los Estados Zulia y Táchira; lo que fue y lo que es actualmente San Félix con respecto a esta empresa desaparecida en el año de 1.955. Todos estos temas, son apasionantes y bellos para despertar conciencia cívica y entrañable amor, por todo aquello que en fecha muy reciente, por cierto, formó parte de nuestra pequeña historia.” (Paolini, 1.980 , Pág: 5, 6 ,7 y 8)
Y así vemos como más adelante Paolini Andrade continúa diciendo:
“Como decía antes, “Estación Táchira”, fue en una época muy reciente, un floreciente “puerto terrestre” bullicioso, dinámico, lleno de comercio y ajetreo, donde como en una especie de mercado persa, se regateaba en la compra-venta de muchos productos que por allí entraban y salían, en especial, los días lunes y viernes que entraba que eran los llamados de “tráfico”, pues en realidad, en estos días de la semana no se daban tregua la caleta, los conductores, los empleados de la empresa, los traficantes de víveres, etc., en recibir y despachar el bastimento (yuca y plátano) y demás frutos menores que el Estado consumía. Este trajín, sudoroso y agradable, duraba días, convirtiendo el lugar en pandemónium y sentina, donde se entremezclaba el soez vocabulario de la caleta, con el maloliente olor de los alimentos putrefactos y la estridencia demoníaca de las locomotoras, que hacía que allí se hablara, digo mal gritara, a todo pulmón, para hacerse oír en las transacciones comerciales que se ventilaban, y las “mentadas de madre” tan corrientes y comunes, proferidas con el mayor desparpajo del mundo. Pero, como de aspecto histórico reza el título, diremos que el “Gran Ferrocarril del Táchira” tuvo su nacimiento en el año 1.895, un año antes de lo previsto para su terminación que era de cuatro. El proyecto inicial de la vía férrea partió desde Encontrados en el Estado Zulia hasta La Fría en el Estado Táchira, en una extensión de 105 kilómetros; posteriormente, fue prolongada esta vía en 10 kilómetros más hasta la Estación de La Urraca, y en el año 1.913, alargada hasta Estación Táchira, quedando con un recorrido total de 120 kilómetros de longitud. El Acuerdo del Congreso Nacional, por el cual se declaró obra pública de utilidad nacional el “Gran Ferrocarril del Táchira”, fue dictado durante el gobierno del General Joaquín Crespo, quien tuvo el honor de ponerle “Ejecútese”.
A tres distinguidos ciudadanos franceses de nacimiento, pero venezolanos de corazón, se debió esta grandiosa obra que trajo aparejada la unión del occidente venezolano con el resto del país. Estos tres personajes, fueron Don Benito el padre, y sus hijos Andrés y Juan Roncaiolo, quienes el 31 de diciembre de 1892, firmaron con el Ejecutivo Nacional, por intermedio del Ministerio de Obras Públicas y el Credit Mobilier de París, el contrato para la construcción de la vía férrea desde Encontrados hasta La Fría. El mismo contrato prevía la construcción de este ferrocarril hasta San Cristóbal y Periquera en el Estado Apure. El 4 de septiembre de 1895, fueron presentados los Estatutos de la Compañía, fijando su capital social en 7.000.000,00 millones de bolívares, repartidos en 14.000 acciones a razón de 500,00 bolívares cada una; posteriormente, este capital social, fue elevado a la cantidad de 11.200.000,00 bolívares divididos en 28.000 acciones a razón de 400,00 bolívares cada una, con el fin de poder sufragar los gastos de la ampliación de La Fría hasta Estación Táchira y demás erogaciones complementarias.
Acontecimiento importante para la época fue en el empalme efectuado en el año de 1926, entre el “Gran Ferrocarril del Táchira” y el “Ferrocarril de Cúcuta”. En un trayecto de sólo 13 kilómetros de vía férrea que partía desde Orope hasta Boca del Grita, trajo todo el influjo de un mayor intercambio comercial entre ambos países, pues aquellas importaciones y exportaciones que efectuaba el Departamento Norte de Santander por vía fluvial hasta el Puerto Villamizar, en la frontera colombiana, fueron absorbidas por la empresa “Gran Ferrocarril del Táchira”, lo que trajo un considerable aumento en sus ingresos, y cordiales relaciones comerciales y de buena voluntad, beneficiosas para ambos países.
Siempre, en la mente de los directivos del “Gran Ferrocarril del Táchira”, tenían la idea del prolongar esta empresa hasta San Cristóbal o Colón. En el primero, la extensión de la vía férrea no era sino de 46 kilómetros y en el segundo, de 14, partiendo ambos desde Estación Táchira. Dicho proyecto, no llegó a cristalizar, por factores económicos de la empresa. La “puntilla de muerte” al decir del Dr. José A. Noguera Moreno en su “Historia del Gran Ferrocarril del Táchira” publicado en el Diario “La Esfera” en 1.946 “....empezó desde la compra de la “Flota del Lago”. Aquella empresa fluvial, con sus vapores “El Progreso” y “Los Andes”, ocasionaba a la del “Gran Ferrocarril del Táchira”, enormes pérdidas que eran absorbidas por ésta.
En su primer año de actividades, en el Balance del Ejercicio comprendido del año 1945-1946 la pérdida fue de bolívares 38.916,19. En realidad la verdadera “puntilla de muerte” para el “Gran Ferrocarril del Táchira”, la asestó la Carretera Panamericana, construida en el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, a finales de la década del 40 y principios del 50. Luego, entrarían en juego, los poderosos intereses de consorcios norteamericanos como General Motors, Ford Motors Company, Chrysler, etc., que bloquearían con todo su poder económico todo intento de desarrollo de un Plan Ferrocarrilero para el país, que a la postre resultaría más beneficioso y más barato que el transporte de vehículos automotor que ellos fabricaban. En fin, esto es historia de nunca acabar, y ya sabemos en lo que ha venido a parar el famoso “Plan Ferrocarrilero De Venezuela”. (Paolini, 1980, Pág.:12, 13, 14, 15 y 16)
En el folleto del Sr. Duilio Paolini Andrade se presenta la factibilidad de un hermoso Plan Turístico para San Félix de modo de conseguir su “Balneario y Ferrocarril Turístico”. En este Plan, Paolini sugiere utilizar locomotoras, vagones y vías del Ferrocarril entre san Félix y el Balneario de La Uracá para fomentar el turismo utilizando las viejas instalaciones del “Gran Ferrocarril del Táchira”. El grandioso proyecto quedó en manos de las fuerzas vivas en San Félix y el Táchira en 1980. Ignoro si cristalizó o no este hermoso Plan Turístico presentado en un folleto por el ilustre tachirense Duilio Paolini Andrade.
3 comentarios:
Excelente articulo! Gracias...
Descendiente de Griteños, egresado del Jauregui como bachiller en 1966, y residente en Toronto a mis 71 años tuve el placer de leer este pedacito de historia de mi país en esta fecha (2022). Que lastima que tantas cosas se hayan perdido. Que bueno que alguien tuvo interés en echarnos el cuento.
Brindo por la memoria de Rafael Vivas!
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