Esta es una anécdota de mi padre durante la construcción de la casa “El Sol de Los Andes”.
Existió en aquella época en Cordero, un muchacho analfabeto a quien cariñosamente apodaban “el bobo Juan”.
Cuando estaban construyendo las paredes de la casa con tierra apisonada (tapias), se usaban como encofrado, dos formaletas de madera con una separación de 40 centímetros y varios peones traían tierra en zurrones de cuero, mientras que otros dos la comprimían con pisones de madera.
Una mañana se presentó Juan a curiosear y ver los trabajos. Mi padre se le acercó y le hizo una pregunta con la intención de molestarlo.
“Mirá Juan, vamos a ver si tú sabes calcular. ¿Ves ese cerro que esta frente a nosotros?”
“Sí, lo veo Don José, pregunte usté”.
“Dime Juan, ¿Cuántos zurrones de tierra aproximadamente pueden salir de ese cerro?”
El bobo Juan se quedó pensativo durante mucho rato y al final respondió:
“Mire Don José, después de pensarlo bien, yo creo que eso depende del tamaño del zurrón, porque si el zurrón es del mismo tamaño del cerro, con un solo zurronao basta”.
Esta respuesta dejó asombrado a mi padre.
“Oye Juan tú de “bobo” sólo tienes el apodo, pero eres más listo que todos nosotros juntos”.
Zurrón: recipiente o bolsa grande de cuero que se usa para trasegar tierra o arena.
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