Con 73 años a cuestas, jubilado y enfermo, por unos dias, ojalá fueran muchos, he dejado a Caracas, ciudad por demás bulliciosa, en donde los viejos molestan y estorban.
Y héme aquí en Choroní descansando en una vieja y fresca casona de la que mi mujer es condueña y por tanto nativa del pueblo.
El pueblo más bonito de Aragua, es quieto y tranquilo éste pueblo, casi sin gente de lunes a jueves, sin ruidos de motos y carros, acaso se escuchan chicharras y el agua que corre en el río de Maitín, es un pueblo con mucha luz, mucha luz y con aire puro, muy puro, que acaricia sus árboles, árboles inmensos que entre piedras, piedras inmensas, se elevan al cielo, como éste Choroní tan exuberante, con sierra, con campo y con río, con playa y con sol destellante, son pocos los pueblos que existen, sin embargo, hay algunos muy bellos que se le parecen bastante.
Son pueblos que esperan ansiosos, esperan la vuelta, el retorno de gente, de sus viejos, que ayer los dejaron, los abandonaron para irse en busca de estudio y trabajo.
Cuándo es que piensan descansar éstos viejos, volver a sus campos y pueblos de origen?
Hasta cuándo soportan los ruidos, los ruidos de fábricas, motores y máquinas?
Hasta cuándo reciben insultos, maltratos de jóvenes pavos, a veces de hijos e hijas, nietos, sobrinos a quienes tanto y tanto molestan y estorban los viejos?
Y pensar que esos viejos insignes cargados de méritos, que viven enfermos por respirar aire impuro, en sus pueblos y campos de origen serían más respetables y sanos, pasarían sus últimos años serenos, tranquilos entre gentes humildes, entre parientes y amigos de antaño, quienes conforme con lo poco que tienen, la suerte a nadie le envidian, porque a nadie envidian, no engañan ni estafan, como se estafa, se engaña y se envidia en las ciudades enfermas, enfermas de odio, de ambición y violencia, entre lujos, derroches, miserias y vicios, es ese un llamado que hago a los viejos, un llamado muy sentido y sincero deseoso de verlos felices a todos en los sanos ambientes de sus campos y pueblos, conviviendo con sus sanas y cándidas gentes, que les esperan con sus brazos abiertos, porque éstos, sus pueblos y campos, muy urgidos están de recursos humanos, sabios recursos, que no por cansados y viejos, dejan de ser buenos, muy buenos y útiles.
Justo Guzmán Vivas Vivas
Choroní, 23 de septiembre de 1982
Poema dedicado a todos los viejos que viven en las ciudades.