San Juan de Colón es una hermosa ciudad situada en una meseta con una ligera inclinación de Norte a Sur con calles muy amplias y simétricas conocidas también como “la ciudad de las palmeras”, capital del antiguo Distrito Ayacucho.
A esta ciudad donde nacieron mis padres, fui enviado a los 12 años a cursar el 4to, 5to y 6to grado, allá por los años de 1938 a 1940.
Me inscribieron en el “Liceo Sucre” el cual quedaba en la misma casa cural detrás de la Iglesia siendo el mismo Párroco el Director del Liceo. Llegué a la casa de mi abuela paterna, conocida como “la viuda Teresa”, quien vivía en el barrio de la Tapiza con mi tía Teresita, hermana de mi padre y el primo Virgilio, hijo de mi tío Luis Vivas Becerra. Era mi abuela una mujer de pelo negro largo, lacio y tez cobriza, nativa de Boyacá, Colombia, o del “Santo Reino” como ella llamaba a su patria (Virreinato de Nueva Granada durante la colonia).
Viví con mi abuela cuando estudiaba el 4to y 5to grado, y ya para el 6to, me enviaron a la casa de mi tío el Coronel Efraín Vivas Becerra en el barrio de El Topón junto a mi tía Elena y mis primos Luis Alberto, Antonio, Esteban, Orlando, Carmen Rosa, Salomé, Dalva e Isaura. En la casa, me tocó reemplazar en sus deberes al primo Rubén, quien fue enviado a Caracas a iniciar el bachillerato en casa de mi tío el capitán Justo Antonio Vivas Becerra.
Todos los sábados era día de mercado en la plaza del pueblo, y teníamos que acompañar a mi tío Efraín a las compras semanales. Una de mis obligaciones era llevar la panela y parte del mercado a las tres (3) casas de mi tío: la principal, de mi tía Elena, en El Topón, la del barrio La esperanza, y la de “Verdún”, en el barrio de San Vicente.
Recuerdo un pasaje de mi tío Efraín: un miércoles en la tarde, cuando comprábamos las entradas de “enganche” para el cine (con un boleto de a locha, entraban dos personas) se presentó un alboroto en la calle, frente al cine, y el comisario detuvo a varios muchachos, entre ellos al primo Luis Alberto. Yo me fui para Verdún y le conté a mi tío que Luis Alberto estaba en la jefatura detenido, a lo que mi tío me respondió: “anjá, vamos a buscarlo”. Se metió un revolver en la cintura y nos fuimos para el pueblo. Al llegar, el comisario trató de darle explicaciones a mi tío, pero él, en forma tajante le respondió: “…yo no vine a preguntar nada………vine a buscar al muchacho…, me lo da…., o entro y lo saco”; sin mediar mas palabras el comisario le entregó a Luis Alberto, y mi tío solo respondió “vámonos pa’ la casa”.
Del Colón de 1940 me vienen a la mente muchas imágenes, como la piedra del mapa, que aún existe en pleno centro de la ciudad, esta es una piedra relativamente grande con una cantidad notable de petroglifos; los días de pesca en el río Táchira sacando “boladores” y “rampuches” con anzuelo; partidas de metra en las calles del pueblo; los días sábados, día de feria y mercado en la Plaza Municipal.
El 24 de junio día de San Juan, patrono de la ciudad, las festividades eran de diversa índole: misa cantada y procesión el día 24, feria de venta de caballos, mulas y ganado, venta de caramelos, chicha y pasteles en la plaza principal, mesas de juegos que venían de Colombia, corrida de toros el sábado y el domingo otras actividades. Mi primer trabajo fue recibir y controlar las entradas de la tribuna para ver la corrida de toros en unas fiestas patronales, me dieron por dos (2) días 4 bolívares nuevecitos, toda una fortuna.
De esta época de primaria hay dos acontecimientos singulares. El cura Párroco, Director del “Liceo Sucre” tenía como norma exigir la asistencia puntual a la misa cantada de los domingos a todos los alumnos del liceo. Quien faltara injustificadamente a misa tenía como castigo, ayudar al sacristán a barrer la Iglesia el día sábado; pero éste castigo era aumentado durante la Semana Santa, pues además de barrer teníamos que limpiar con un trapito húmedo, todos los escaños de la Iglesia, para quitar las “caricias” de las golondrinas que anidaban allí durante los períodos migratorios.
En julio de 1940, cuando tenía exámenes finales de 6to grado, ocurrió que en esos días me caí de la mata de mamón, que estaba frente a la Iglesia y me disloqué la mano derecha. El examen final, constaba de una parte oral y otra escrita. La primera parte la pasé fácilmente, pero como no podía escribir, el Director decidió salomónicamente para solucionar el caso, llamar a una alumna del 5to grado para que escribiera lo que yo le dictara; felizmente así se hizo, presenté el examen escrito con mi asistente y obtuve un excelente 18 de calificación.
Antes de la Navidad, un policía visitaba todas las casas y les recordaba a los habitantes la “Ordenanza Municipal” de pintar el frente de las casas y desyerbar la calle. Por lo general un obrero encalaba (agua con cal, sal y penca de tuna) el frente de la casa y a mi me tocaba desyerbar la calle.
Para la época Colón tenía las calles empedradas, desde El Topón hasta La Tapiza y por el centro de la calle existía un pequeño canal (acequia) de agua potable, que usaba toda la ciudad como un acueducto. Cuando se desyerbaba, se hacía desde el frente de la casa hasta el canal de agua, eliminando la grama que crecía entre las piedras, con un cuchillo, ésta actividad tomaba de dos a tres tardes de trabajo.
A mediados de 1985, visité con mi familia a San Juan de Colón, donde tuve dos grandes satisfacciones: ver nuevamente la Piedra del Mapa y visitar el “Liceo Sucre”. Cuando me acerqué a esta piedra, me encontré con una relativamente pequeña en comparación con la que recordaba a mis 12 años, y en cuanto a la visita al liceo, la realicé junto al cura Párroco de la Iglesia, allí tuve la alegría de volver a ver en el pupitre de madera, que se encontraba en el mismo lugar de siempre, mis iniciales grabadas cuando cursaba 5to y 6to grado.
3 comentarios:
Estimado Rafael:
He leido con detenimiento su blog " San Juan de colon" en estos momentos me encuentro viviendo en colon y soy unos de los propietarios de verdun en el barrio san vicente.
Por favor le agradeceria se comunicara conmigo a este correo
eduardogutierrez_m@msn.com toy muy interesado que me hablara de verdun
Eduardo Gutierrez Medina
Buenas tardes don Rafael:
soy Melina Albarrán, de Maracaibo. He leído algunos capitulos de su blog y me alegra recordar muchas anecdotas que me contó mi abuela, quien nació en el Peronilo y vivió en San Juan de Colón por años. Ana Nina Ramírez era su nombre, nació en 1924 y ella me contaba del trapiche del Peronilo, de la piedra y del trabajo que se hacia en la hacienda, donde por cierto había muchos empleados. Tengo algunas preguntas y comentarios que me encataría compartir con usted. Mi correo es melina.albarran@gmail.com
muchas gracias
No viví en Colón en esa época, pero me trae tantos recuerdos sus escrito! La piedra del mapa en el grupo escolar "Francisco de Paula Reina",donde estudié desde 1er grado hasta 6to grado, el mercado del pueblo que todavía lo hacen todos los sábados, el Colegio Parroquial Sucre"... El Peronilo íbamos todos los sábados bien temprano a bañarnos en el río, El Chorrerón, era otro de esos espectaculares ríos que tenía mi Colón. Mi pueblo tan hermoso, sus calles, su gente, su clima...., cuanto deseo volver a caminar por sus calles y sentarme un rato en la Plaza Sucre...
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