Parte III
Escuela Ténica Industrial
Caracas, 1943-1947
3er Año B. Carnet Nro 213
Tema de Castellano y Literatura
15 de julio de 1946
Fuente Consultada: Revista "Letras"
Liceo "Fermín Toro", Caracas.
Nace Juan Antonio Pérez Bonalde el 30 de enero de 1846 en Caracas (algunos historiadores creen que fue en La Guaira), y fueron sus padres Don Juan Antonio Pérez y Gregoria Bonalde.
Sus padres junto con él fueron desterrados a Puerto Rico cuando en el seno patrio fluía la tiranía y el despotismo bajo el mando de los hermanos Monagas.
De él y sus progenitores así se expresa el ilustre escritor Luís Correa: "Hacia tierras extrañas a la suya, hacia horizontes perdidos y arrojados por una mala marea arriban a las costas de la vecina isla, llevando como única fianza sus ejecutorias de honradez, sus aptitudes para ganarse el diario sustento y como única ilusión un niño destinado a las gracias y a las musas, quienes tejieron en su frente guirnaldas confeccionadas con rosas del Ávila, que si son bellas y embriagadoras por su color y perfume, esconden áspides venenosos en sus corolas; ese niño se llama como su padre e iba a ser con el tiempo el más grande de los poetas venezolanos….” .
Estudió en la isla diversos idiomas :Inglés, latín, griego, italiano, alemán, francés y portugués. En el seno de su familia se formaron las bases de sus amplios y profundos conocimientos, pudiendo considerarse como un autodidacta.
De la isla llevó siempre consigo inmarchitables recuerdos; más tarde regresó a Venezuela donde hizo sus primeros ensayos como escritor dirigiendo y colaborando en diversos periódicos.
La vida de Pérez Bonalde fue la de un inquieto peregrino del arte, transeúnte de los caminos del mundo, que encontraba a cada paso la inspiración sutil, dulce y armoniosa que él expresaba en el más bello de los dialectos: El verso.
Vivió como un lírico trotamundo y vieron todos los horizontes su melena de poeta bohemio humedecida por la melancolía que dan los crepúsculos.
Desde 1870 residió en los Estados Unidos y éste exilio le fue de mucho provecho. Trabajó en la perfumería “Lahman y Kemp” recorriendo toda la Unión, Europa, Asia y África, donde adquirió una concepción más amplia de su cultura. Vivió ,cantó y soñó en alas de la poesía con una fragancia suave y cosmopolita, como no hubiera podido hacer en el pequeño ámbito de su patria.
La lejanía de Pérez Bonalde de su patria, podemos decir que fue bienhechora, ya que a los poetas, el desligamiento material con las cosas queridas, les aviva el sentimiento, les melancoliza el alma, les hace evocar recuerdos que en su imaginación prolífera, se antojan sublimes y hermosos, y les despierta una sensibilidad removida por la evocación.
En el destierro han cantado sublimes poetas, desde el apóstol San Juan que en Palmos vislumbró los episodios del Apocalipsis hasta Víctor Hugo que en Guernesey, solitario, triste y melancólico, frente al batir de las olas contra la suave arena, flageló con su lirismo las espaldas del déspota imperial.
Pérez Bonalde puede considerarse como el lírico más grande de Venezuela y uno de los mejores de América; dos fases se observan en su personalidad: La traductora y la poética. La puramente traductora en donde llevó a cabo obras tan maestras como la traducción de “El Cancionero“ de Heine en 1885 y “El Cuervo” de Edgar Allan Poe en1887.
La más conocida de sus fases: La poética, la vemos en “Estrofas” en 1877 donde incluye 40 poemas y “Vuelta a la Patria”, “Ritmos” en 1880 con 35 poemas y “El Canto al Niágara” y por último en 1883 con el dolor de la muerte de su hija escribe a “Flor” y “Gloria in Excelsis”.
El drama de su vida podemos dividirlo en tres partes y un epílogo sombrío:
Primero:Un florecer en un medio inculto, donde sufría el espectáculo del triunfo de los mediocres.
Segundo: Su matrimonio con una mujer de raza y educación distinta a la suya.
Tercero: La muerte de su hija en Nueva York, hecho éste que dejó una profunda huella en la sensibilidad del poeta que repercutió hondamente en su corazón.
Su hija aquella hermosa flor, una luz en las tinieblas, un pedacito de cielo visto desde aquella inmensa altura gris de su dolor, de quien el poeta dijo :
Flor se llamaba, Flor era ella,
Flor de los valles en una palma,
Flor de los cielos en una estrella,
Flor de mi vida, Flor de mi alma.
De aquí en adelante Pérez Bonalde será una sombra perseguida por un destino adverso Su Lírica fue dulce y exótica, de una suave delicadeza, de remotas y agradables esencias, fresca como la brisa que traen las olas cuando acarician las arenas costeras.
Su sensibilidad estaba pronta siempre a interpretar los pensamientos y la inspiración de los otros poetas, que es la grandeza de Pérez Bonalde, traductor. Se ha dicho que sus traducciones a veces valían más que los mismos originales y que aquellas eran logradas por la hermandad espiritual que él tenía por los compañeros cuyas obras le interesaban; de Heine el gran lírico alemán supo interpretar maravillosamente su alma artística en “El Cancionero”.
Refiriéndose a “El Cuervo” de Edgar Allan Poe, dice Mario Briceño Irigorry:
“Su versión al castellano de “El Cuervo” es la mejor de todas las que se han hecho, no sólo conserva la unidad y exactitud del pensamiento político, sino que con un supremo esfuerzo perdura en ella el ritmo del verso simple”.
En la fase poética fue Pérez Bonalde quien con sus cantos y poesías le ha dado más fama a su patria. En “La Vuelta a la Patria” culmina su género poético, canto que tiene la delicadeza de una mañana primaveral y es tan blando como un suspiro de amor. Todo se junta para hacer de ésta poesía una obra realmente grandiosa: La tristeza del huérfano, lo doloroso del destierro, las lamentaciones del patriota.
Fue así como quiso el destino que una triste mañana del 4 de octubre de 1892 sin más seres queridos que sus recuerdos, en La Guaira, frente al mar que él tanto evocara, cuando éste ilustre Venezolano cerró sus ojos para toda una eternidad.
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