Revisando un montón de libros y papeles de mi juventud, encontré por casualidad un cuaderno con manuscritos de tareas de Castellano de mi época de Estudios Industriales entre 1943 y 1947.
Llamaron tanto mi atención que decidí incluirlos en mi blog.
Escuela Técnica Industrial
Caracas, 1943 -1947
Temas de Castellano y Literatura
Apuntes de Castellano del Profesor Duilio Moreno Orozco, también profesor del Liceo
"Aplicación" de Caracas.
Rafael Vivas Vivas, 3er Año "B", Carnet Nro. 213
Caracas, 13-01-1945
DON FERMIN TORO
En los años de 1830 a 1840 se destacan en Venezuela tres grandes hombres, grandes maestros, como fueron: Fermín Toro, Rafael María Barált y Juan Vicente Gónzález.
Son ellos eminentes prosadores, distintos en temperamento, intención y cultura.
Nace Fermín Toro en Caracas el 23 de septiembre de 1807, su infancia se desliza en la población de “El Valle”, recibe educación en la Escuela Humanística de José Luis Ramos, donde cultivó y adquirió conocimientos sobre lenguas vivas y muertas; su preocupación por la cultura, le dio grandes amplitudes en materias diversas, fue poeta, novelista, orador, humanista, etc; fue además botánico. economista, jurisconsulto e indigenista. Su primer maestro fue el Padre Benigno Chacín , cura párroco de “El Valle”
Encontramos en Toro a un hombre con una mentalidad moderna, sin ese fárrago colonial tan marcado en hombres de su época. Como escritor se encuentra adherido a las corrientes literarias románticas y neoclásicas que ya empezaban a dominar las letras venezolanas.
Pocos hombres en la América Latina hubo en su tiempo con más viviente información y ágil cultura, los sistemas no le impedían ver los hechos y pocos venezolanos de su tiempo tienen como él la intuición de lo concreto.
Sus principales actividades como político y diplomático en Venezuela fueron:
1831: Es diputado al Congreso de Venezuela.
1839: Representa a Venezuela en Londres.
1846: Representa a Venezuela en Paris y Madrid.
1847: Vuelve a ser diputado.
A partir del 24 de enero de 1848 hay un paro en sus actividades políticas,se dedica por 10 años al magisterio y en 1856 vuelve de nuevo a la política activa y es nombrado Ministro; lleva las negociaciones del famoso incidente de “Los Protocolos”.
En 1860 es designado Ministro Embajador en España en momentos difíciles para Venezuela, ya que España reclamaba indemnizaciones por hechos de guerra.
Regresa a Venezuela y muere en 1865 a los 58 años de edad.
El momento culminante de su carrera oratoria, está sin duda alguna en la muy conocida y célebre “Convención de Valencia ”en 1858, donde su palabra conmueve y gana todas las batallas parlamentarias de la Convención. Su magnífica oratoria representa la sensatez, el análisis de los hechos, la auténtica Ciencia Social en medio de la orgía retórica y el frenesí emocional de los otros congresistas.
Toro marcará como ninguno el estilo de aquella Convención con una claridad y lógica en el paisaje social , todavía pequeño y oscuro de nuestro país.
Varios diputados como Rondón por ejemplo, habían dicho que al aplicarse el Sistema Federal en Venezuela, este traería el adelanto y bienestar a todos los Venezolanos y ponía por ejemplo la ya entonces pujanza de los Estados Unidos con su Federalismo .
Toro en cambio, saca a estos diputados de sus teorías y los lleva a los hechos, invitándolos a viajar al interior de Venezuela. Toro les pinta a la Parroquia del interior tal como es: El Cura, el Juez, y el Jefe Civil. Después de analizarles los tres elementos de los pueblos del interior, les dice a dónde conduciría el Federalismo en Venezuela, pueblos que parecerán milenarios, que no crecen y que son la parte más bella de nuestra Patria.
Su informe “Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834”, con un título tan modesto, es el más claro estudio sobre los problemas sociales y económicos de Venezuela en la época de la oligarquía conservadora. Es a la vez el doble testimonio de un estadista de gran talla y de un espíritu lleno de responsabilidad moral.
La queja de una Sociedad Agraria estrangulada por una pequeña oligarquía de tenderos y prestamistas. El deber del Estado de intervenir orientando la “economía nacional” se eleva en sus nobles páginas.
De las obras en prosa de Fermín Toro es tal vez la principal la descripción de “Los honores públicos al Libertador “ pronunciados en 1842 con motivo del traslado de los restos de Bolívar a Caracas y la escribió por encargo del Gobierno como cronista oficial. Encontramos allí al escritor de la prosa clásica castellana co un lenguaje muy cuidado.
Como Novelista vemos a Fermín Toro con un lenguaje creado por el ocio de sus graves tareas políticas, entre sus novelas se encuentran “Los Mártires”, “La Viuda de Corinto” y “La Síbila de los Andes”, de la cual no se conoce sino un fragmento. Están escritas dentro de la Escuela Romántica General, adolecen de poca originalidad y son en realidad de escaso valor literario.
Como poeta Toro sigue los pasos de Don Andrés Bello, esos versos que suelen escribir los grandes prosadores, los cuales requieren cierto exámen. Noche y amanecer en el trópico, pura emoción de luz y paisaje es lo que expresa en su oda a “La Zona Tórrida”, que sólo en el título y el solemne ritmo de las estrofas se parece a la famosa “Silva “ de Don Andrés Bello.
Su hermoso “Canto a la Conquista” donde relata el contacto del conquistador con el indio, el doble contraste de la naturaleza tropical que descubrían los españoles, el asombro religioso que causaban a los indígenas, quienes al verlos interpretaban sus mitos y profecías. Entre otros de sus poemas están “La Ninfa de Anáuco”y “Elegia al 24 de Enero“
Pero todo el romanticismo americano de Toro iba a resumirse en su largo poema a la naturaleza, las leyendas y la prehistoria de América que había titulado “La Hecatonfonía” De este inconcluso poema quedan algunos cantos como el que dedica en coloreados octosílabos a las viejas ruinas mayas de Uxmal y de Copan, las ciudades perdidas en la maleza trágica del bosque tropical. Esas largas estrofas de “La Hecatonfonía “ son unos de los más curiosos documentos de nuestra época romántica.
Cada signo es un misterio
un misterio cada ruina.
Ciudad de las calaveras
en sus lúgubres altares
aún están de pie tus lares
marcando ignoradas eras
Ciudad de las esculturas
tus colosos ves tendidos
como guerreros vencidos
en sus rotas armaduras
Alcázares imperiales
son hoy cavernas sombrías
sus inmensas galerías
erizadas de nopales
Y en los escombros impera
y vasto dominio abarca
como la voz del monarca
como el rugir de la pantera
silenciosos, arruinados
en subterráneos oscuros
se ven los sagrados muros
de los templos sepultados
Y en la selva secular
en oráculos tremenda
el ídolo sin ofrenda
sin sacerdote el altar
Quiche la regia y Cholula
la sagrada, ya no son
y la edad en su blasón
eterna noche acumula
Hay horror, horror sublime
en esta región de espanto
¿Mora aquí el hombre?, no hay llanto
¿Se escucha el pueblo?, no gime.
Fuente: Mario Picón Salas - Formación y proceso de la Literatura Venezolana.
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